Laboral
25 septiembre, 2025

En el entorno actual, donde la gestión del talento y la responsabilidad social corporativa marcan la diferencia, el tema del acoso laboral se ha convertido en un asunto ineludible. 

En Ofidem recibimos cada semana consultas de empresarios y directivos que quieren saber si es obligatorio contar con un protocolo frente al acoso laboral y, sobre todo, cómo deben aplicarlo correctamente en su empresa. 

La preocupación es lógica: más allá de cumplir con la normativa, este documento se ha convertido en una herramienta clave para proteger a las personas, reforzar la reputación corporativa y garantizar un entorno de trabajo sano y respetuoso.

¿Es obligatorio contar con un protocolo frente al acoso laboral en la empresa?

La respuesta es clara: todas las empresas en España, sin importar su tamaño, están obligadas a disponer de un protocolo de acoso laboral. Pero lo verdaderamente decisivo no es tener el papel, sino saber aplicarlo de forma eficaz y convertirlo en una palanca de seguridad dentro de la organización, construyendo una cultura corporativa basada en la confianza, el respeto y la protección del capital humano.

La obligación de disponer de un protocolo frente al acoso laboral no nace de una sola ley, sino de un entramado normativo consolidado que te mostramos a continuación. Entre las principales referencias destacan:

  • Ley Orgánica 3/2007 de igualdad efectiva entre mujeres y hombres, que introdujo la obligación de medidas específicas contra el acoso sexual y por razón de sexo.
  • Ley Orgánica 10/2022 de garantía integral de la libertad sexual, que amplió el alcance de la protección a cualquier conducta que afecte a la libertad sexual y la integridad moral en el trabajo.

Esto significa que incluso las empresas con un solo trabajador deben contar con medidas preventivas, un canal de denuncias y formación adecuada. No hacerlo se considera una infracción grave o muy grave según la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social (LISOS).

Consecuencias de no tener un protocolo frente al acoso laboral

Muchas veces, los empresarios tienden a ver el protocolo frente al acoso laboral como un simple trámite administrativo. Sin embargo, no disponer de él —o tenerlo pero no aplicarlo— supone un riesgo elevado que puede impactar de lleno en la economía, la reputación y la estabilidad de la empresa.

1. Multas administrativas severas

La Inspección de Trabajo y Seguridad Social considera la ausencia de protocolo una infracción grave o muy grave. Las sanciones económicas pueden oscilar entre los 7.501 € y los 225.018 €, dependiendo de la gravedad y reincidencia del incumplimiento. Y es importante remarcar que las multas no se limitan a la falta del documento: también se sanciona si, aun existiendo, no se ha difundido o aplicado correctamente.

2. Responsabilidad civil y penal

El incumplimiento no afecta solo a la persona jurídica. En determinados casos, los directivos y responsables de la organización pueden ser señalados personalmente y responder con su patrimonio. Además, si los hechos se tipifican como delito en el Código Penal, la empresa y sus representantes podrían enfrentarse a procesos judiciales, con posibles condenas a prisión o indemnizaciones por daños y perjuicios.

3. Pérdida de ayudas y contratos públicos

Toda empresa que no cumpla con la normativa se expone a quedar automáticamente excluida de subvenciones, bonificaciones e incluso de licitaciones con la Administración Pública. Esto supone un freno directo a oportunidades de crecimiento, especialmente para compañías que dependen de proyectos financiados o que trabajan habitualmente con organismos oficiales.

4. Deterioro de la reputación corporativa

Un caso de acoso mal gestionado trasciende rápidamente al ámbito público. Las noticias se difunden, los clientes se replantean su relación con la marca y los proveedores e inversores pueden perder la confianza. En un mercado cada vez más sensible a la responsabilidad social corporativa, la reputación perdida cuesta mucho más que cualquier sanción económica.

5. Fuga de talento y clima laboral tóxico

El impacto más silencioso, pero igualmente grave, es el que se produce dentro de la empresa. Un entorno inseguro o permisivo frente al acoso deteriora el clima laboral, aumenta el absentismo, reduce la productividad y empuja a los mejores profesionales a marcharse en busca de compañías que les ofrezcan seguridad y respeto. En otras palabras: sin protocolo, la empresa arriesga su activo más valioso, las personas.

Tipos de acoso laboral que la empresa debe contemplar

Un buen protocolo empieza por diferenciar claramente qué es acoso y qué no lo es. Entre las tipologías reconocidas destacan:

  • Acoso sexual: conductas verbales, no verbales o físicas de naturaleza sexual que creen un entorno hostil u ofensivo.
  • Acoso por razón de sexo: trato desfavorable por el hecho de ser hombre o mujer.
  • Acoso psicológico o moral (mobbing): conductas reiteradas que dañan la dignidad o la salud del trabajador, como aislarlo o asignarle tareas degradantes.
  • Acoso discriminatorio: comportamientos ligados a raza, religión, edad, discapacidad, orientación sexual o identidad de género.

Contenido esencial de un protocolo de acoso laboral

Aunque no existe un modelo oficial único aprobado por la normativa, la experiencia y la práctica empresarial nos dicen que un protocolo eficaz debe incluir ocho pilares fundamentales. Estos apartados no solo cumplen con los requisitos legales, sino que además ofrecen a la empresa una herramienta clara, aplicable y alineada con la cultura corporativa.

1. Declaración de principios

El protocolo debe abrir con una declaración formal de compromiso por parte de la dirección, estableciendo una política de “tolerancia cero” frente al acoso en todas sus formas. Este mensaje transmite a toda la plantilla que la empresa no es neutral: apuesta de forma activa por un entorno laboral seguro, respetuoso e inclusivo.

2. Definiciones claras

Para evitar dudas o interpretaciones erróneas, el documento debe recoger con detalle qué se considera acoso sexual, acoso por razón de sexo, acoso psicológico o moral y acoso discriminatorio. A su vez, conviene incluir ejemplos prácticos de conductas que sí son acoso y aquellas que no lo son (como la crítica constructiva o la supervisión legítima). Esta claridad es clave para que todos los empleados sepan identificar las situaciones.

3. Ámbito de aplicación

Un buen protocolo no se limita a los trabajadores con contrato indefinido. Debe aclarar que se aplica a toda persona que interactúe en el entorno laboral: empleados temporales, directivos, becarios, proveedores externos e incluso clientes. También debe extender su alcance a contextos como eventos de empresa, viajes corporativos o comunicaciones digitales, donde el riesgo puede ser igual de real.

4. Medidas preventivas

Más allá de la reacción, la prevención es la pieza central. Aquí se recogen las acciones de sensibilización, formación y detección temprana que la empresa se compromete a impulsar. Puede incluir campañas internas, cursos de capacitación para mandos intermedios, talleres de sensibilización y evaluaciones periódicas de riesgos psicosociales.

5. Canales de denuncia

El protocolo debe especificar qué vías seguras, confidenciales y accesibles tienen los empleados para comunicar un caso de acoso. Ejemplos habituales son un buzón electrónico específico, una línea ética gestionada por terceros, o la posibilidad de dirigirse directamente al departamento de RRHH. Es recomendable habilitar más de un canal, para que la víctima elija el que le genere más confianza.

6. Procedimiento de actuación

Se trata de la parte más operativa del documento: el paso a paso desde la recepción de la denuncia hasta la resolución final. Debe contemplar tanto un procedimiento informal (mediación, entrevistas rápidas) como uno formal (investigación estructurada, medidas cautelares, informe final). La claridad aquí evita dilaciones y da seguridad a todas las partes.

7. Garantías procesales

Un protocolo serio debe ofrecer garantías como la confidencialidad, la prohibición expresa de represalias y la presunción de inocencia. También debe incluir el derecho de la víctima y del denunciado a estar acompañados por una persona de confianza en todo el proceso. Estas garantías protegen a la empresa frente a posibles impugnaciones y, al mismo tiempo, refuerzan la legitimidad del procedimiento.

8. Régimen sancionador

Finalmente, el protocolo debe dejar claro qué consecuencias disciplinarias se aplicarán en caso de que la denuncia se confirme: desde sanciones leves (amonestaciones) hasta el despido disciplinario. Además, debe explicar qué ocurre si alguien formula una denuncia falsa de manera intencionada, protegiendo así el equilibrio del proceso.

Cómo implementar el protocolo anti acoso en la empresa

Tener un protocolo es solo el primer paso. Lo importante es aplicarlo correctamente en la empresa. Estos son los aspectos clave:

  • Comunicación clara: el protocolo debe darse a conocer a toda la plantilla, no solo colgarse en la intranet. Conviene presentarlo en reuniones y entregarlo a cada nuevo empleado.
  • Formación continua: organizar cursos y talleres periódicos que expliquen qué es acoso, cómo detectarlo y cómo actuar. Incluir ejemplos prácticos aumenta su efectividad.
  • Canales de denuncia accesibles: habilitar varias vías (buzón electrónico, línea ética, contacto directo con RRHH) que garanticen confidencialidad y, cuando sea posible, anonimato.
  • Procedimientos definidos: detallar qué ocurre tras una denuncia, diferenciando un procedimiento informal (mediación rápida) y otro formal (investigación estructurada con plazos claros).
  • Medidas cautelares: prever soluciones inmediatas para proteger a la víctima, como cambios de puesto o de horario mientras dura la investigación.
  • Revisión periódica: actualizar el protocolo en función de cambios legales y evaluar regularmente si se aplica correctamente en la práctica.

¿Necesitas ayuda con el protocolo de acoso laboral en tu empresa?

Sabemos que este tipo de cuestiones siempre generan dudas y, además, suelen resultar tediosas de gestionar dentro de la empresa. La normativa cambia, la aplicación práctica no siempre es clara y el riesgo de cometer errores puede salir caro.

Por eso, lo más recomendable es dejarlo en manos de profesionales. En Ofidem te acompañamos en todo el proceso: desde la elaboración del protocolo hasta su correcta implementación y actualización, para que tu empresa cumpla con la ley y, al mismo tiempo, refuerce un entorno laboral seguro y respetuoso.